El lenguaje crece y se adapta continuamente, evolucionando a medida que creamos palabras mejores que reflejen nuestra sociedad o cultura. En concreto, refleja la complejidad con la que nuestras vidas interactúan con la tecnología. Y ahora que la tecnología evoluciona más rápido que nunca, la lengua no iba a ser menos. Porque, al igual que con la tecnología, tendemos a optimizar el lenguaje para poder comunicar ideas complejas de la forma más eficaz y con el mínimo grado de ambigüedad.
Son muchos los expertos que opinan que la cantidad de tecnicismos y argot que empleamos en nuestra vida diaria crece más rápido que nunca. En un momento en que cerca de la mitad de la población disfruta de conexión a Internet, asistimos a un espectacular aumento del grado de comunicación. Ideas, palabras y frases enteras se generan y circulan a un ritmo vertiginoso. Antes, el lenguaje especializado tardaba años en pasar del círculo de desarrolladores al público general. Ahora, gracias a la creciente influencia que ejerce la tecnología sobre la economía y el uso de las redes sociales, el argot técnico puede trasladarse al uso diario de forma sumamente rápida.
Expresiones como «botnet» (red de bots), «net-neutrality» (neutralidad de red) y «backward compatible» (retrocompatibilidad) son términos técnicos que se añadieron al diccionario Merriam-Webster de inglés americano el año pasado. Si no sabes qué significan, siempre puedes preguntarle a un asistente virtual como Siri, Asistente de Google o Alexa.
El Center for Corporate Studies te ayudará a hablar el idioma de los negocios. Fuente: Youtube
Las empresas tecnológicas más orientadas a la innovación son responsables de buena parte de este nuevo lenguaje. Las expresiones suelen acuñarse en los círculos tecnológicos para describir nuevos procesos o técnicas, pero también pueden funcionar como «imagen de marca» de una empresa. El hecho de que el nombre de una marca pase a ser de uso común para el gran público bien podría considerarse el golpe definitivo desde el punto de vista del marketing. El uso en castellano de los términos «whatsappear» o «photoshopear» son dos grandes ejemplos de identificación de la marca. Quizás sea menos conocida la palabra «uberizar» (alterar y reconstruir por completo un mercado) o, tal y como la emplean en el vídeo anterior, «ser el Uber del (nombre del sector)».
Cuando las palabras cambian de significado
Las palabras no llegan a nuestro idioma completamente formadas ni en su estado final. El significado de las palabras evoluciona con el paso del tiempo y cambia nuestra percepción del término. Buen ejemplo de ello es el uso en inglés de la palabra «nerd» (que podría traducirse por «empollón»). Si bien originalmente se trataba de un término peyorativo utilizado para insultar a las personas que vivían aisladas o resultaban extrañas desde un punto de vista social, en la actualidad se ha convertido en un símbolo de prestigio. Los antiguos empollones hacen hoy gala de experiencia y fiabilidad, lo que da una idea del cambio de paradigma que ha supuesto la era de la información. Este cambio se debe, en parte, al éxito económico de pioneros de Silicon Valley como Steve Jobs o Bill Gates, cuyas empresas generan hoy miles de millones y manejan más datos sobre nuestra vida cotidiana que nadie hasta la fecha. Y en un momento en el que la información es poder, el «nerd», el empollón, se ha convertido en el rey.
¿Quién decide qué palabras merecen entrar en el diccionario y cómo se mantienen al día?
Mientras que las generaciones anteriores veían los diccionarios como guardianes de la corrección lingüística, la percepción es muy distinta hoy en día. La mayoría de los grandes diccionarios se centran ahora en describir el lenguaje empleado por los hablantes de un idioma, dejando a un lado las posibles objeciones académicas que puedan tener.
En 2007, el diccionario Oxford English retiró de su versión inglesa palabras que hacían referencia a la naturaleza —bellota, diente de león, muérdago, pasto, sauce, etc.— de su edición infantil, especialmente concebida para niños en edad escolar. Estos términos fueron sustituidos por otros como «blog», «banda ancha», «chat», «copia-pega» o «reproductor de MP3», provocando con ello la indignación de los padres. Mientras que algunos padres exigieron que el diccionario volviese a recuperar toda la terminología relacionada con el medio natural, otros no veían motivo para el revuelo levantado. Los últimos argumentaban que cuanto menos voluminoso fuese el diccionario, mayor probabilidad habría de que los más pequeños lo llevasen consigo.
Desde Oxford Dictionaries alegan que su última versión impresa contenía unas 220 000 palabras. Sin embargo, los principales diccionarios internacionales ya no están ligados exclusivamente a la versión encuadernada. Sus ediciones online son mucho más extensas y están en constante evolución, documentando las nuevas palabras que aparecen en Internet a una velocidad de vértigo. Y es que, hoy en día, los editores rastrean la red de redes en busca de posibles nuevas entradas mientras reciben peticiones periódicas de inclusión y sugerencias.
Oxford English Dictionary: inclusión de nuevas palabras en el diccionario. Fuente: Youtube
El año pasado, el diccionario online Merriam-Webster añadió algunas nuevas incorporaciones muy creativas. Entre los ejemplos más notables destacan «Trumpadour» (peinado del presidente de EE. UU. Donald Trump), «nomophobia» (término adaptado al castellano como «nomofobia», temor a la ausencia del teléfono móvil), «unfortunacy» (estado de sobrecarga por una serie de acontecimientos desafortunados) y «conlang» (voz compuesta formada por «con», timo, y «lang», apócope de idioma, y que significa idioma falso o inventado). Si bien algunas de estas palabras pueden parecer un tanto pueriles para los más mayores, es precisamente de la creatividad de donde suelen surgir las palabras más útiles, precisas y duraderas.
La cuna de las palabras indómitas
También hay quien se esfuerza artificialmente por aprovechar la evolución juvenil del lenguaje. En Alemania, por ejemplo, el respetado diccionario Langenscheidt organiza un concurso anual cuya finalidad consiste en hallar la palabra más guay del año para los adolescentes. Primero se abre una convocatoria pública de presentación de palabras de entre las que, posteriormente, un jurado formado por estudiantes de bachillerato, estrellas de YouTube, lingüistas, profesores y periodistas seleccionarán la ganadora. La palabra más votada de este año fue «Fly-sein», que procede del inglés «being fly» y podría traducirse por «ser vacilón», «molar». La decisión sorprendió a mucha gente, ya que la expresión es más bien antigua en inglés. Pero a quien más sorprendió fue a los jóvenes, que nunca antes habían oído, y mucho menos utilizado, esa expresión.
Los alemanes pueden votar su palabra del año
Las palabras se inventan cuando el idioma empieza a parecer manido, soso, aburrido y cansado. Ante esa situación, la gente joven da un paso adelante y empieza a crear palabras nuevas para inyectarle savia fresca a la interacción social. A menudo, estas palabras surgen de la cultura pop, donde se palpa la influencia del argot callejero. Un ejemplo de evolución orgánica del lenguaje (juvenil) en Alemania es el empleo de palabras turcas, árabes y kurdas por parte del rapero Haftbefehl. Sus letras no solo son una combinación de alemán con vocabulario de estos tres idiomas, sino que además son un fiel reflejo de la influencia cultural y económica de la comunidad de migrantes en la que creció. El artista reclama un nuevo territorio mediante el uso de estos términos. Su mensaje: No me avergüenzo del legado de mis padres. Si quieres saber de qué hablo, tendrás que buscarlo en el diccionario o preguntarle a alguien como yo. Su música ha recibido grandes elogios por parte de los medios, y ahora incluso hay algunas palabras, como «abi» (significa «hermano») que todo el mundo conoce.
Los memes y la jerga de Internet influyen sobre los idiomas más que nunca.
Algunas de las palabras procedentes de la cultura de Internet ni siquiera parecen palabras. Por ejemplo, ¿qué tienen en común TMI («too much information», demasiada información), FOMO («fear of missing out», miedo a perderse algo) e ICYMI («in case you missed it», por si te lo perdiste)? Pues que todas ellas son abreviaturas de uso habitual en las conversaciones escritas online en inglés, y que todas son incorporaciones relativamente nuevas al diccionario Merriam-Webster. Esto demuestra que la definición de palabra se está ampliando, que pasamos mucho tiempo conectados y que las formas de comunicación (escrita) más comunes en Internet tienen un reflejo en nuestro lenguaje oral.
Los diccionarios que nacieron en formato digital también están evolucionando. Por ejemplo, el teclado de emoticonos que utilizan las aplicaciones de mensajería crece con cada una de las actualizaciones publicadas por el Emoji Consortium. Los pictogramas han evolucionado mucho desde aquellas primeras caritas sonrientes escritas con el teclado. Los emoticonos tienen la capacidad de representar sentimientos, objetos o situaciones con un lenguaje universal, comprensible para todos los usuarios independientemente de su idioma. Su creciente complejidad también se ve influenciada por los debates públicos. Recientemente, la paleta de emoticonos se amplió para incluir imágenes de mujeres ejerciendo diversos empleos como respuesta a la preocupación de la sociedad por la inclusión y la diversidad.
Es imposible no comunicarse
Si ya nos estamos comunicando con pequeños caracteres pictográficos online, ¿cuál es el futuro del lenguaje? Para algunos investigadores y expertos, los futuros cambios tecnológicos alterarán definitivamente la naturaleza del lenguaje.
Kon Perlin, por ejemplo, profesor de computación en la Universidad de Nueva York, sostiene que el lenguaje del futuro podría contener menos expresión oral y más comunicación mediante una combinación de gestos y sonidos. Perlin opina que la no tan lejana realidad aumentada dejará de ser «aumentada» para los niños del mañana, que la verán como algo normal al ser lo único que han conocido. Asimismo, afirma que, sin la carga de tener que aprender a lidiar con una realidad donde las formas y los colores ya no estarán acotados por las leyes naturales de la física, estos niños podrían modificar nuestra forma de comunicarnos de un modo nunca visto en los últimos 5000 años.
Qué nos deparará la cultura de Internet en el futuro
A menudo, el lenguaje propio de los jóvenes y la tecnología puede resultar difícil de entender, pero es fundamental para comprender la evolución lingüística que nos rodea. Las ideas aquí enumeradas solo reflejan algunos de los cambios que está experimentando el lenguaje y los aspectos que mayores modificaciones presentan. No obstante, a medida que las estructuras de la sociedad y la tecnología continúen profundizando en su interdependencia, estos cambios se acelerarán cada vez más.